La decisión del gobierno de EE. UU. de nombrar un enviado especial para Groenlandia provocó la reacción de Dinamarca, que entiende la medida como una afrenta a su soberanía.

Las autoridades de Dinamarca anunciaron la convocatoria de su embajador en Washington en protesta por el nombramiento de un enviado especial de EE. UU. para Groenlandia, un territorio autónomo dentro del Reino danés. La medida es interpretada como una intromisión estratégica en el Ártico, donde las potencias buscan posicionarse por recursos y rutas marítimas.
 
Esta disputa subraya la competencia geopolítica en el Ártico entre potencias globales. Las repercusiones podrían afectar acuerdos multilaterales y la cooperación en seguridad regional.

La atención se mantiene en si EE. UU. cederá ante la presión diplomática o reforzará su postura en la región.