El 3 de diciembre de 2025 la UE aprobó una hoja de ruta que prevé terminar importaciones de gas desde Rusia antes de finales de 2027, como parte de su estrategia de transición energética y seguridad estratégica. 

La decisión fue tomada tras amplios debates en el bloque europeo, bajo el argumento de reducir dependencia energética y reforzar la autonomía estratégica. Los países miembros acordaron ajustar sus contratos de suministro, acelerar inversiones en energías renovables y habilitar infraestructura para importaciones alternativas — gas natural licuado (GNL), energías limpias y diversificación de proveedores. El plan contempla un calendario escalonado, en el que los estados con mayor dependencia tendrán plazos condicionados a sus capacidades de transición. Se prevé además un fondo comunitario para ayudar a las regiones más vulnerables a adaptarse al cambio energético. 

Esta medida representa un hito en la reconfiguración energética europea. Impone un desafío logístico y económico, pero también envía una señal firme de independencia estratégica frente a conflictos internacionales. El verdadero éxito dependerá de la capacidad de los países de sostener demanda interna con energías alternativas y de la eficacia de la coordinación multilateral.
 
La UE apunta a redefinir su mapa energético antes de 2027; ahora resta observar cómo transitan los estados miembros, y si el plan impulsa una ola global hacia energías limpias.