En una operación reciente, fuerzas armadas de Estados Unidos efectuaron un ataque a un embarcación en la que, según Washington, se transportaban cargamentos ilícitos vinculados a redes de narcotráfico.

Autoridades norteamericanas justificaron la acción como parte de una campaña para interrumpir el flujo de drogas hacía el hemisferio y señalaron que la operación se efectuó con base en inteligencia que vinculaba la embarcación a organizaciones criminales transnacionales.

La medida provocó declaraciones de distintos gobiernos costeros por el precedente que implica el empleo de fuerza en aguas internacionales y planteó interrogantes sobre jurisdicción y protocolos de interceptación.

Organismos de derechos humanos y expertos legales llamaron a transparencia sobre pruebas presentadas y a la coordinación multilateral para evitar escaladas. El incidente también reavivó el debate sobre la intersección entre seguridad marítima, narcotráfico y soberanía.